Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1858-1860 (Cortes de 1858 a 1863)
Sesión: 28 de marzo de 1859
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: n.º 83, 2.163 a 2.166
Tema: Presupuesto de Fomento

El Sr. SAGASTA: En el presupuesto que está a la discusión del Congreso, y en la sección primera, aparece una variación muy importante en el servicio general del Ministerio de Fomento, la cual se refiere a la creación de unas nuevas Secciones de este Ministerio en las provincias. Pero esta modificación en el servicio provincial, que produce un gasto de cerca de 2 millones, no ocasionará beneficio ninguno al servicio mismo ni al país, porque no se hace más que sacar de los Gobiernos de provincia las Secciones que se ocupaban de los ramos pertenecientes a Fomento para tratar exactamente de los mismos asuntos de que entendían. No habrá pues más diferencia en cuanto al servicio del Estado, y en cuanto a los beneficios que produzca, que la de que esas Secciones, en lugar de trabajar en los Gobiernos de provincia, trabajarán en otro local o en el mismo del Gobierno, pero con cierta independencia. Y esto no es bastante seguramente para presentar un aumento en el presupuesto de 1.700.000 rs. próximamente.

Esta variación en el servicio provincial en lo que tiene relación con el Ministerio de Fomento no puede tener, más que un objeto: el de crear una Sección que no sólo sea independiente hasta cierto punto de los Gobiernos de provincia, o más bien del Ministerio de la Gobernación, sino que varíe completamente la contabilidad del ramo de Fomento: Pero no es esto lo que se quiere. Aquí no se propone más que separar del Ministerio de la Gobernación ciertos empleados que han de depender en lo sucesivo del Ministerio de Fomento. Es una cuestión de amor propio de Ministerio a Ministerio. El Ministro de Fomento dice: no quiero tener en provincias empleados que entiendan en la gestión de mis negocios, nombrados por el Ministro de la Gobernación. Bajo ese punto de vista el Ministro de Fomento está en su lugar y en su derecho; pero cuesta a la Nación 1.700.000 rs. el que satisfaga su amor propio un Ministro, porque a esto se reduce la variación que se propone.

Pero no se contenta con esto el Sr. Ministro de Fomento, sino que después de hacer que dependan de su Ministerio los que antes eran empleados del Ministerio de la Gobernación, quiere también que tengan el sueldo, consideración y categoría que los empleados del Ministerio de Gobernación. ¿Y cuál es en resumen la medida que se propone? ¿A qué queda reducida? A lo siguiente: el Ministro de Fomento nombra además del secretario del Gobierno de provincia, que depende del Ministerio de la Gobernación, otro secretario para él con el mismo sueldo y consideración, y primer oficial, segundo oficial, tercer oficial, y no sé cuántos oficiales, con los mismos sueldos y categorías que los demás oficiales de los Gobiernos de provincia. Y sin embargo, ese secretario que se llama jefe de Sección y esos oficiales, no van a hacer ni más ni menos que lo que hacían cuando eran subalternos de los Gobiernos de provincia; de modo que la contabilidad y la administración de los ramos de Fomento seguirán lo mismo que hasta aquí; pero eso no importa, con tal que se creen nuevos empleados, y que en lugar de nombrarlos el ministro de la Gobernación los nombre el de Fomento.

Este nombrará en las capitales de provincia unos secretarios llamados jefes de Sección, que se entenderán con el gobernador; es decir, que por este artículo del presupuesto vamos a tener 49 secretarios más de Gobiernos de provincia, que ahora serán jefes de Fomento que despacharán con el gobernador, como ha despachado hasta aquí el secretario del Gobierno de provincia todos los asuntos que éste resolvía, y además habrá oficiales de Fomento que se ocuparán de los ramos de montes, caminos, minas, industria, etc., y oficiales de Gobierno de provincia, con los mismos sueldos que antes tenían, pero sin ocuparse ya de lo que antes se ocupaban; de modo que sin variar el servicio, que es lo más importante para el país, se aumentan los gastos, y a esto es a lo que yo me opongo principalmente. ¿Qué van a hacer esas nuevas Secciones que ahora se crean en provincias? ¿Van a hacer algo nuevo? ¿Van a desarrollar un sistema de contabilidad? ¿Van a llevar a cabo la mejora de la administración? ¿Van a dar principio a grandes reformas? No. Van a hacer lo mismo que se ha hecho hasta el día en los Gobiernos de provincia. Y no se diga que hasta aquí se ha podido desempeñar mal el ramo de Fomento en algunas provincias, porque si ha sucedido así, no es por falta de personal, sino de aptitud en el personal; y si ha podido suceder en una o dos provincias, en la generalidad puede decirse que se han [2.163] despachado bien, al menos bajo el punto de vista del tiempo; porque todos esos ramos de Fomento en la generalidad de las provincias pueden despacharse con uno o dos oficiales, y sin embargo, va a crearse para esto una Sección que tiene los empleados siguientes: un jefe de Sección, oficiales de 12, 10, 8 y 7 .000 reales, y después los escribientes.

Yo comprendería esta reforma cuando se hubiera hecho preceder otra más importante y más necesaria: la reforma en la administración y contabilidad del ramo de Fomento; cuando se hubiera separado completamente, como es indispensable y como viene siendo una necesidad hace mucho tiempo, toda la contabilidad de la parte facultativa en los ramos de ese Ministerio; cuando el ingeniero, por ejemplo, de montes, caminos o minas no esté convertido en un oficinista, sin poder ser verdaderamente ingeniero; cuando se separe completamente todo lo facultativo de lo que es administrativo y de contabilidad, porque en el día está sucediendo que los ingenieros. no pueden atender a su principal objeto, por el tiempo que se les hace pasar en las oficinas en contabilidad y administración, y los ingenieros que salen de las escuelas llenos de entusiasmo, con el deseo de aplicar aquello que tanto trabajo les ha costado aprender, pierden el entusiasmo y el estímulo cuando llegan a una provincia y se ven precisados a gastar el tiempo en expedientes y en cosas de contabilidad y administración, y el país, en lugar de tener un buen ingeniero, tiene un mal oficinista. Esta reforma de urgente necesidad podrá traer consigo alguna otra en el personal administrativo; pero tal como están las cosas, ¿a qué? A producir, como he dicho antes, un aumento de gastos sin proporcionar mejora de ninguna especie en la contabilidad ni en la administración. Yo ya sé que dirá el Sr. Ministro de Fomento que así tiene una sección en cada provincia, que en cada provincia ha de nombrar un jefe de sección, un oficial primero, otro segundo, otro tercero y muchos escribientes. Su amor propio podrá estar satisfecho al costar con 200 plazas, con las que podrá llenar exigencias que de otra manera no le sería fácil satisfacer. Esto está bien en el Sr. Ministro de Fomento: peso para el país ¿qué? Para el país nada; digo mal, para el país mucho; para el país un aumento en el presupuesto de cerca de 2 millones de reales, y ciertamente no vale la pena, que porque esos empleados los nombre Posada Herrera o los hombre Corvera, sólo por esta circunstancia haya de costar esa suma a la Nación.

Este establecimiento de las Secciones de Fomento en los Gobiernos de provincia origina un gasto de cerca de tres millones de reales; pero como a consecuencia de este establecimiento van a ser innecesarios algunos empleados en los Gobiernos de provincia, debemos separar en estas oficinas la parte que corresponde a esos empleados, y rebajarla por consiguiente de la cantidad total a que asciende el establecimiento de esas Secciones. Pero es una cosa muy singular lo que pasa en este asunto; se disminuyen los quehaceres de los Gobiernos de provincia, se quitan asuntos que antes radicaban en esas oficinas pasándolos a otras, se quitan quehaceres al secretario del Gobierno, y a pesar de todo, ese funcionario queda con la misma categoría, el mismo sueldo y la misma posición que antes. ¿Por qué es esto? O el secretario del Gobierno de provincia es lo que era antes, porque tiene que desempeñar los mismos asuntos, o no tiene sobre sí iguales atenciones, en cuyo caso no es lo que era, antes. Y lo que digo del secretario digo de los demás empleados. De modo que quitando a los Gobiernos de provincia los ramos de Fomento, si los empleados de los mismos cumplieran con su deber, si no hacen lo que tan frecuentemente están haciendo, que se reduce a formar listas electorales, quitando y poniendo electores para cuando llegue el caso, puede asegurarse que en la mayoría de los Gobiernos civiles de España pueden desempeñarse todos los asuntos por dos oficiales entendidos.

 Quitad los montes, quitad las minas, los caminos y la industria a los Gobiernos de provincia, quitadles también el quehacer que da inconvenientemente la cuestión electoral, y veréis a qué quedan reducidos los quehaceres de los Gobiernos de provincia. Pues si además creáis esas Secciones, a las cuales van a pasar todas esas cosas que requieren estudio y que tienen algo de especialidad, y las separáis de los Gobiernos de provincia; si a éstos les dejáis sólo las cosas de más fácil tramitación, ¿por qué a los empleados que quedan en esos Gobiernos les dejáis la misma categoría, el mismo sueldo y la misma posición que antes? Porque esto es una verdad indudable: separáis todas esas cosas de los Gobiernos de provincia, y los consideráis de la misma manera, probando con esto que, o tenían antes categoría, sueldo y posición de menos, o ahora la tienen de más: esto no ofrece duda.

No se detallan bien tampoco en el presupuesto las relaciones que estas Secciones de Fomento van a tener con el gobernador de la provincia, y las que han de tener los funcionarios facultativos de estos mismos ramos. ¿Se entenderán directa e inmediatamente con el gobernador? Pues si se entienden directa e inmediatamente con el gobernador, no hay necesidad de establecer jefes aparte, porque el conducto natural para el gobernador es el secretario; y si se suprimen los jefes de Sección y no quedan más que los oficiales, venimos a parar a lo que ha existido hasta ahora, es decir, a la plantilla antigua. Si no se entienden con el gobernador, se destruye la unidad administrativa provincial, y yo creo que eso no lo desee el Gobierno de S. M. En el segundo caso queda destruida la unidad administrativa provincial, y en el primero son innecesarios los jefes de Sección, porque el secretario puede despachar todos los asuntos con los oficiales destinados a esos ramos.

Esto es indudable; es decir, que dejando el sistema de contabilidad tan mal como ha estado hasta ahora, y no tocando tampoco a la administración, no hay necesidad de formar esas Secciones de Fomento, que en último resultado no van a hacer más que aumentar el presupuesto; sin producir mejora de ninguna especie.

Pero además del inconveniente de aumentar el presupuesto en la cantidad quo he hecho presente a los Sres. Diputados, hay otro mucho más grave, cual es que de esa manera, sin provecho ninguno pare el país, sin mejorar la administración ni perfeccionar la contabilidad, se fomenta la empleomanía disponiendo un nuevo plantel de empleados, a los cuales no se les va a exigir condición ninguna; por lo menos aquí yo no las veo; empleados que servirán para las elecciones, como han servido hasta ahora los oficiales destinados a Fomento en los Gobiernos de provincia, ni más ni menos; porque mientras a estos empleados no se les asegure su posición, dado el buen cumplimiento [2.164] lo de su deber, tendrán que obedecer ciegamente al gobernador, como ha sucedido hasta aquí, en todo lo que se les mande.

El Sr. Ministro de Fomento dirá: al crear yo esas Secciones y al hacer míos los empleados que hasta ahora han dependido del Ministerio de la Gobernación, yo tendré cuidado de nombrarlos de manera que sirvan al objeto, de manera que estén enterados de la contabilidad y de la administración, que envuelve cierta especialidad cuando se trata de las obras públicas, de las minas y de los montes. Pero ¿qué garantías va a exigir el Sr. Ministro de Fomento a esos empleados? ¿Por dónde va a saber el Sr. Ministro de Fomento que esos empleados que antes fueron nombrados por el Ministerio de la Gobernación, van a desempeñar mejor que hasta aquí sus deberes, porque pertenezcan a una Sección separada los negocios cuyo despacho les ha confiado? Yo creo pues que tal como viene este arreglo, tal como viene propuesta esta variación, sin precedente ninguno respecto de otras variaciones importantes, va a ser lo que he dicho antes, un plantel de empleados que podrá servir para satisfacer ciertas exigencias que los Ministros puedan tener, pero que no servirá de seguro para satisfacer las necesidades del país en este ramo. A mí, que los nombre el Sr. Ministro de la Gobernación o el Sr. Ministro de Fomento, dada la actual administración y el actual sistema de contabilidad, me es absolutamente indiferente. Pero si pasaran esas Secciones a constituir un cuerpo especial haciendo las modificaciones que eso llevase consigo en los Gobiernos de provincia, no solo respecto a su personal, sino también a sus gastos, porque indudablemente los Gobiernos de provincia pierden mucho desde el momento en que se separen de su inspección negocios tan importantes como los relativos al fomento de los intereses materiales si pasaran esas Secciones a ser un cuerpo especial y se procurase por medio del conveniente arreglo hacerlas independientes de los Gobiernos políticos, teniendo cuidado de no alterar en nada la unidad administrativa en la provincia, podría ser aceptada; mas: sería necesaria esta medida.

Mas esta reforma no puede ser sino consecuencia de la anterior, porque el personal debe ser consecuencia, y nada más que consecuencia, del arreglo y de la organización del cuerpo de la administración publica: pero empezar el arreglo del personal sin tener arreglada la administración, ¿a qué? Eso no es natural ni lógico; de esa manera lo hace cualquiera. Tratándose esto como consecuencia de una reforma muy necesaria; más necesaria en el ramo de Fomento que en ningún otro, porque como es un ramo nuevo, como es un Ministerio nuevo, ha podido en el día aprovecharse de los adelantos de la administración, de los adelantos de la contabilidad, ha podido ocuparse sin impedimento alguno, sin estorbo alguno en su marcha dar impulso y desarrollar los intereses puestos a su cuidado. Sin embargo no ha sucedido esto; y no ha sucedido, porque el Ministerio de Fomento ha sido desgraciado siempre. Este Ministerio nuevo ha podido crearse a, la altura de los adelantos de la administración y de la contabilidad. Al tratarse de las personas que debían ponerse al frente de este importante ramo, no se ha tenido en cuenta sus circunstancias; así que siempre han venido a ser jefes del Ministerio de Fomento personas más o menos conocidas en la política, pero quizá no las más a propósito para desempeñar tan vasto Ministerio. Recuerden los Sres. Diputados los Ministros de Fomento que ha habido hasta aquí, y observarán que más bien se han nombrado atendiéndose a una combinación política, que no a la suficiencia de los designados para ocupar tan alto puesto. Y yo no sé por qué el Ministerio de Fomento no ha de ser una especialidad, como lo son los demás; no sé, si no, por qué el de la Guerra no se ha de dar también bajo el punto de vista de una combinación política, sin atender a la especialidad del ramo, pues que si especialidad es el Ministerio de la Guerra, también lo es el de Fomento, y lo es el de Hacienda, y lo son casi todos los Ministerios, digo mal, lo son todos.

En el gran desarrollo que han tomado los conocimientos humanos, en los vastos que abraza ya en el día un Ministerio, es necesario mucho estudio para entender uno siquiera de los ramos del Ministerio de Fomento; no es fácil, señores, encontrar personas que abracen la generalidad.

Pues bien: esas reformas importantes de ese Ministerio que se vienen proyectando desde hace mucho tiempo, que deben hacerse y quo no se han hecho, comprendo que traían consigo como consecuencia la reforma en el personal, y esto podría ser el origen de un arreglo en el personal; pero siguiendo las cosas tal como están, ¿a qué? ¿A qué llevar esa parte de los Gobiernos de provincia a una Sección distinta, si esos empleados no van a hacer otra cosa?

Yo creo que el Congreso se habrá convencido de la inutilidad de esa reforma, porque esa no es reforma, sino más bien un aumento de gastos, ni más ni menos, y así debe traducirse; y por lo tanto espero que el Congreso desechara el capitulo 3.° en lo que tiene relación con esa reforma, y que aumenta el presupuesto con 1.700.000 rs. próximamente, contando con el material y rebajando el personal y material de los Gobiernos de provincia, lo cual no deja de extrañarme, porque se necesita más de la cuarta parte y más de la mitad del presupuesto de los Gobiernos para atender a los ramos de Fomento, y a pesar de esto no se rebaja de él más que una cuarta parte de los gastos. Sin embargo, esto no es enteramente extraño, porque ya sabemos lo que significan estas alteraciones.

No hace mucho tiempo se estableció el Ministerio de Fomento, y se decía a los Sres. Diputados al tiempo de establecerlo: no tengáis cuidado; esto no nos proporcionará gasto alguno más que el sueldo del Ministro, porque ese ramo, estando enclavado en el Ministerio de la Gobernación, y teniendo el personal correspondiente, no hará más que trasladarse con el mismo personal al Ministerio de Fomento, sin producir otro gasto que el sueldo del Ministro. Comparen los Sres. Diputados lo que importa el sueldo del Ministro, y lo que importan los gastos del Ministerio de Fomento, que yo no combato, y se comprenderá cuán equivocados estaban los que esto decían. Hoy se dice del mismo modo: sólo se necesitan 1.700.000 rs. para esa reforma que, como he demostrado, no sirve de nada, y sólo se emplean en que parte del personal de Gobernación pase a Fomento. ¿Y no hay qué gastar en las 49 provincias más que 1.700.000 rs.? Ya veremos, si se aprueba este capítulo, la diferencia de gastos que semejante medida ha de producir a la Nación.

Tengan, pues, esto presente los Sres. Diputados, y haciéndose cargo de las razones que he tenido la [2.165] honra de exponer, resolverán lo que consideren más justo.



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